Sonidos de revolución

Entramos al mundo del hip-hop, acompañados de uno de los raperos tapatíos que se mantienen vigentes, a pesar de que el estilo no cuenta con el mayor de los ecos

Pongamos algo en claro, ¿cuál es la diferencia entre rap y hip-hop? En realidad no hay tanta. El primero es parte de la cultura del segundo, que abarca un movimiento que comenzó como “un grito de rebeldía de la gente segregada. Para hablar de hip-hop podemos remontarnos hasta los sesenta o setenta, al funk de James Brown. En Nueva York empezó muy fuerte, en el Bronx, en donde había muchas pandillas. Kool Herc, que hacía bloc parties [fiestas de barrio], era de Jamaica y sacaba tornamesas con dos discos que tocaban la misma canción, una para el loop y otra para scratchear. Entonces el dee-jay era el que animaba la fiesta; después llegaron los MC [maestros de ceremonia] a apoderarse el micrófono”. El rap, entonces, es la música que identifica al hip-hop, cultura integrada por cuatro elementos, el B-Boy (bailarines de break), dee-jay, graffiti y el MC o rapero.

Antes de ser Skool 77, Paulo fue parte de Lethal Funky, un dúo que invitaba a dee-jays como Scracthshitl o dj Poncho a sus filas. En 1997 ya tenían un par de demos y fueron invitados al Viva El Mex Site, el primer festival oficial de hip-hop del país, que en DF congregó a raperos de Chiapas, Torreón, Monterrey y Guadalajara. “Entonces había mucho hip-hop en el país”, recuerda Skool 77. Él se dejó atrapar por este género en los noventa, cuando el auge del graffiti lo contagió y se dedicó a hacer su propio trabajo. De ahí viene el nombre que lo identifica en la escena, el número es el año de su nacimiento. Uno de los sitios clave de reunión era la barda que había en el terreno entre Plaza del Sol y la que fue Plaza del Ángel, en donde a veces llegan los circos grandes. Ese muro era el lienzo de los graffiteros, que primero rayaban entre la hierba crecida y, al terminar su parte, podaban las plantas para dejar visible el trabajo. Por ahí existía el Hansel’s, una especie de antro que tenía a dj Shaggy, quien ponía hip-hop. Para los principiantes, el Status ofrecía sábados de rap, lo cual “era mi vicio”, confiesa Paulo.

Conseguir música, como han explicado otros invitados de géneros pasados, era tarea del Tianguis Cultural y San Juan de Dios, en donde compraban casetes grabados, o gracias a los amigos que viajaban a Estados Unidos y prestaban sus VHS (niños, googléenlo, no hay espacio para explicar algo tan básico), con videos de MTV. “El canal 4 de Guadalajara”, recuerda Skool 77, “transmitía el programa Bailando y ganando, en donde se juntaban todos los raperos.” Eran tiempos más simples.

Pero la carrera de Skool 77 se hizo más fuerte cuando, por cuestiones personales, se fue a vivir a Monterrey a principios de 2000, en la época en que todavía Control Machete identificaba a esa ciudad como exponente del hip-hop. Allá también la hizo de productor y grabó tres discos. Ya que al principio no contaba con un estudio, grababa en una laptop con músicos invitados y de ahí salió Modestia aparte, su primer larga duración como Skool 77. Hizo el ruido suficiente para que lo invitaran al Vive Latino en 2003, que tenía un escenario dedicado sólo al hip-hop, “pero los malos manejos lo desaparecieron”, lamenta nuestro entrevistado. Le tocó compartir escenario con La Vieja Guardia, Cartel de Santa, Fermín IV, Los Tetas, Magisterio y Complot Urbano, este último también tapatío. Luego Skool 77 participó en el IX Festival de Rap en La Habana, Cuba, en donde cambió su estilo. “Conocí mucho hip-hop y me enfoqué a letras más serias, preocupadas por cuestiones políticas” y lanzó la trilogía Hip-hop revolución. Ya con siete elepés, Skool 77 ha tocado en Nueva York, Los Ángeles, San Francisco, Colombia y Venezuela. Fue invitado por Javier Audirac para impartir en enero pasado un curso de dee-jays para niños y jóvenes, y prepara el lanzamiento de un documental acerca de su trayectoria. Y como un músico no se limita a un género, una vez al año se reúne con artistas invitados, como Gino, en el saxofón, dj Payi Funk y Dr. Myal, que canta reggae, y montan un concierto de jazz, que en 2010 se llevó a cabo en el Estudio Diana. Todavía no tienen fecha para el de 2011, aunque en junio espera lanzar nuevo material.

“En Guadalajara el hip-hop está vivo”, asegura Paulo, “hay muchos grupos, quizá más raperos que público que los consuma. Como El Brujo, que tiene un estilo muy callejero. Otro es De lo Simple, que va a muchos festivales y trae buena producción. Hay un chavo, que ya tiene como cinco años en la escena, pero que apenas pega, Tabernario”.

Ya pasó tiempo desde que los B-Boys se juntaban en la Plaza Tapatía a demostrar sus movimientos al ritmo del hip-hop, pero Skool 77 no quita el dedo del renglón. Por cierto, ¿alguna vez intentó el baile? “Sí”, dice, “pero era malísimo”.

Por Skool77

3 comentarios en «Entrevista Semanario OCIO de Publico Milenio»
  1. Skool 77 muy buenas letras y m gusta que alguien se esmere en hacer buenas canciones y no solo veunder un disco pesimo cof, cof ,»cartel de santa» m aunque escuche el disco de tavernario a luz de luna y es muy bueno pienso que skool tavernario ludico y baston es de lo mejor que hay en este momento y en un futuro tambien tengo el disco del dr myal m gusta hacer un mix con la cancion de actitudes negativas

  2. cuando sale tu nuevo material ya tengo rato esperandole
    bueno espero que pronto
    saludos desde coacalco luewo date una vuelta por a ka
    paz a todos

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